sábado, 23 de mayo de 2015

X, 21. Día de reflexión

Dedico el día de reflexión a hacer la maleta. Salgo mañana hacia la ciudad que sus habitantes consideran la más europea de Estados Unidos. El lugar donde se alumbró, allá por 1773, el mundo actual.

domingo, 17 de mayo de 2015

III, 53. Canción desesperada

El hallazgo es apenas un fogonazo que relampaguea en Esta boca es mía (1994), uno de tantos temas de Joaquín Sabina que nos acompañan en la calle, en el coche, en la cama, en la noche, cumpliendo con la función última del arte. Ese esfuerzo supremo de hacer algo más soportable la rutina o la vida: «Esta canción desesperada / no tiene orgullo ni moral».

domingo, 10 de mayo de 2015

XI, 10. El final de la cuenta atrás (y 5)


0 (10 de mayo de 2015)

El Círculo Historiográfico Marconiano sobrevive con el objetivo, más que de divulgarla, de reflexionar sobre la obra del amigo Ataúlfo. Sentados alrededor de la mesa de cierta casa de comidas, y ajenos a cualquier ritual no previsto por su carta, los integrantes del Círculo nos acogemos al eco difuso del banquete platónico para interpretar —es decir, para aplicar— las ideas del maestro. Por ser la mesa redonda, abolida queda cualquier jerarquía: nadie se ve forzado a conceder la palabra al igual. Las intervenciones brotan simultáneas y extrañas al corsé de un inexistente orden del día. Tal experiencia desmiente la linealidad del tiempo y de la escritura. El vino circula profuso para reforzar nuestros lazos con la realidad.

sábado, 2 de mayo de 2015

XI, 9. El final de la cuenta atrás (4)


2 (h. 1978)

En la deslavazada carpeta de apuntes que Ataúlfo Marconi denominaba Preludios y prospectivas, una leve nota que debe conjeturarse algo anterior a 1979, «La demolición del texto parodiado», aclara un singular proceso de causalidad: el texto A (el parodiado) va naciendo a medida que el texto B (la propia parodia) está siendo leído; por tanto, no es A causa de B, sino su consecuencia. Sólo una falta de respeto a la lógica y a la cronología sostendría, pues, que A es anterior a B. Marconi, empero, reconoce que resulta ilógico y acronológico anteponer B a A, excepto si el abecedario fuera otra celada de una gigantesca ficción. Para sortear este callejón a todas luces sin salida, cierra Marconi su incompleta nota con una reflexión inquietante: «El proceso paródico pone en riesgo de demolición, más que al texto subvertido, nuestras certezas sobre el transcurrir del tiempo. La parodia atenta contra el calendario».