Tanta ausencia de luz, tanto cielo encapotado y tanta lluvia me producen melancolía. Qué demonios: me ponen de mala leche. Encima —nada peor que convertir el hobby en obligación— no se me ocurre qué hilo seguir en el blog, con tal alboroto y mundanal mezcolanza de gentes que unas renuncian y se retiran, otras no admiten que dimitir se pueda y las demás piden que no sé quién abdique. Así que me he puesto a leer. Se ve que los persistentes aguaceros no solo son buenos para los pantanos. También contribuyen lo suyo a civilizar. Una historia global de la literatura pudiera ligar estados climatológicos y estados de inspiración.
Tras acabar una comedia de Tirso de Molina (cada uno lleva sus propias perversiones), reviso algunas literaventuras y me da por pescar los tuits (o aforismos o pintadas) que veo dispersos por ellas. Aquí van algunos. A ver qué pasa cuando se recombinan en lugares distintos de aquellos en que nacieron.
Cuadratura del círculo. O sea, vida. Eso que decimos realidad. (IX, 6)
No sólo con ‘fidelidad’, ‘agradecimiento’ y ‘humildad’: el símbolo perro ladra con más tonos. (I, 2)
Como cualquier época, la nuestra tiene varias fechas de nacimiento. (I, 15)
Nada hay que no pueda ser reescrito. (I, 9)
La novela que es toda historia. (I, 16)
Toda invención es el resultado de reconfigurar modelos, esquemas, trazos que eran tradicionales. (I, 12)
Lo nuevo es siempre lo antiguo. (IX, 4)
Echar la vista atrás. Acción que suele garantizar el hallazgo de novedades. (X, 1)
Incomprensible para un lector —o participante de la identidad colectiva que es la literatura— resulta el axioma progresista o decimonónico de que es preciso conocer la historia para no repetirla, axioma que implica no solo la ideología del abjurar del pasado, sino también la justificación económica y contable del studium o empeño consumido. (IX, 2)
Lo que sabemos, lo sabemos entre todos. (VII, 5)
Hablamos de continuo en griego sin saberlo. (I, 11)
¿Habrá palabra que no exista, haya existido o vaya a existir o resucitar? Como para ponerse puristas. (VII, 2)
El verbo clave es —pasa casi siempre— el sintácticamente subordinado. (IX, 1)
Hasta el gorro de los apóstoles del muermo y de la queja. (VIII, 3)
La funesta manía de no devolver los libros prestados. (VII, 3)
La televisión basura, expresión que ya es casi una redundancia. (VIII, 1)
El fútbol prolonga la guerra de otras maneras. (VIII, 2)
Una sociedad que ha mitificado la ciencia, precisamente el saber humano más contrario al mito. (VIII, 1)
El mito es que sirve para un roto y para un descosido. (I, 10)
Disfrazándose de mil maneras, Júpiter es un tramposo. (I, 4)
Una sociedad que se ha metamorfoseado en postmoderna: en postburguesa. (VII, 6)
La calidad se mide ahora, y por tanto se transforma en cantidad. La cuadratura del círculo. O la necia confusión entre valor y precio, que dijo Machado. (X, 1)
Un infinito con término, un infinito que se detiene ante el confín de lo mundano, que muere al fin en lo cotidiano. (I, 6)
Todo ego se anega en el océano de los egos. (IX, 7)
El arte eficaz aunque efímero. (VIII, 4)
Todo autor alberga la pretensión de ser novísimo, y de ahí la paradoja de que, en su repetición, la voluntad de originalidad no sea original. (IX, 3)
Somos simples o binarios. Algunos artistas resultan, por el contrario, complejos: perciben más realidad, captan más posibilidades, crean más relaciones. (I, 16)
Experimento una extrañeza releyendo fragmentos de lo que una vez escribí, pues veo que esos textos van siendo menos míos por pertenecer a un pasado que se aleja de modo irremediable. (VII, 1)
Un silencio que sortea otro silencio. (I, 7)
Me animé a pasear esta tarde cuando la lluvia se iba yendo por un rato en compañía de mi hermana y sobrinilla. Aunque se echa en falta la luz de Andalucía, luego cuando uno sale al campo y ve su belleza, compensa. Seguro que el Mediterráneo es hermoso hasta en días lluviosos.
ResponderEliminarEl Mediterráneo es uno de los tres o cuatro mayores depósitos de claves, confidencias y secretos que explican lo que es la humanidad. Y casi siempre uno de los más luminosos. No extraña por eso que Ulises echara un largo rato de diez años dando vueltas por él.
ResponderEliminarSois afortunados por vivir en un lugar luminoso, alegre y cerca de Nuestro Mar. No es extraño que cuando el cielo se nubla, llueve, se oculta lo azul y domina lo gris; aflore la monocromía , emerge la monotonía, invade la acidia, aparece la tristeza, vuelve la melancolía, surge la furia e irrumpe el cabreo. Pero no hay que desesperarse; la luz del Mediterráneo, con su vigor, traspasa tinieblas y nos aporta ánimo y conocimiento. Así que al mal tiempo, buena cara.
ResponderEliminarSuscrito desde el principio al fin. Nada como la luz de la bahía de Málaga.
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