Empieza uno creyéndose a pies juntillas
el rollo ese de la inteligencia emocional, sigue luego linqueado al racarraca
de la racionalidad sentimental, las sensibilidades internas de los partidos,
estas cosas de los argumentarios u homilías verborreicas de La
Casta, y acaba un buen día, o una Diada, no sé, cogidito de las manos con
otros espectadores de TV3, la tele del Régimen pujolista, prendido de una
cadena que de los Pirineos baja hasta anegarse en el mar. La Vía Catalana.
Hacia el protectorado franco-prusiano del Principat.
sábado, 25 de enero de 2014
sábado, 18 de enero de 2014
III, 42. Otra «nibola», 10. Progresando en el absurdo
No cabía duda alguna. La escritura
predice. En el principio de esta verdadera historia, Francesillo de Azcoitia se
había dejado guiar por sus Google Glass de prueba y error, y acabó dando en el pasmo
perpetuo de Rajoy. Tras despertar de su dulce letargo y hallarse en el país
de las maravillas del Despacho Oval, Rajoy había terminado poniéndose unas
Google Glass. Hacía pocas lunas. «Está
claro que tenía interés», declaró el científico español que conectó al
Presidente con la realidad virtual. Menos era nada. «A partir de ahora, ni
plasma ni gaitas gallegas», se dijo Rajoy mientras improvisaba un vídeo con
mucha maña y no menos interés. «A partir de ahora, las ruedas de Prensa con
comandos por voz. Marca España a tope».
sábado, 11 de enero de 2014
VII, 10. Un Gran Hermano lexicográfico (y 3)
Emperrados siguen muchos, por falta de lectura histórica o paseo
filológico, en hacer circular la falsa moneda de que el uso fonético generalizado de la grafía jota fue cosa de Juan Ramón Jiménez. Sólo un caso anterior. Esteban de
Terreros y Pando dispuso, en su Diccionario
castellano con las voces de ciencias y artes (1786), tan ilustrado,
logarítmico y sucinto, la siguiente definición de amor: «En jeneral es una inclinación y afecto a un objeto que es, o
se concibe, bueno». Tras lo que distinguía entre amor de amistad (afecto al objeto por sí mismo) y amor de concupiscencia, o afecto al
objeto por la complacencia que se consigue de él.
sábado, 4 de enero de 2014
VII, 9. Un Gran Hermano lexicográfico (2)
«¿Por qué lo llaman
amor cuando quieren decir sexo?», «el sexo sin amor no alcanza la plenitud»
(¿o era la plenitez?; ¿o el plenilunio?), «el amor sin sexo no sé dónde coño…».
Todas estas nonadas y vaciedades de consultorio psicoleches. A ver, queridas y
queridos: que amor y sexo vienen a ser, sobre poco más o menos, lo mismo. Déjense
de banalizaciones cinematográficas, amén de sacristanes o sexólogos, y miren si
no los diccionarios.
miércoles, 1 de enero de 2014
VII, 8. Un Gran Hermano lexicográfico (1)
Para J. P., que sabiamente mezcla
solvencia intelectual, bonhomía y humor
Participo en un foro
filológico de Facebook. Otra de mis manías. Hace ciertas lunas, alguien
inició un hilo sobre la palabra amor.
Tras seleccionar las cuatro primeras acepciones que figuran en el DRAE,
preguntaba por las diferencias entre las acepciones 1, 2 y 3, y discutía la
pertinencia de incluir la 4. Los filólogos, filólocos y finólogos que pasábamos
por allí empezamos a opinar.