Cerrará
el doctor Gárate la sección II de su monografía, «La ciencia europea ante la
covada pirenaica» (pp. 37-58), citando —por qué no— a
Schuchardt. Si en 1912 afirmó este investigador austriaco que la covada vasca «sigue
incubándose a sí misma», en 1901 se había asombrado al constatar que la covada regresa
«siempre de nuevo del reino de la fábula, al que se la había enviado» (p. 57).