En
la «Parte analógica», que es el diccionario ideológico propiamente dicho del
Casares, se cobija la entrada interpretación
(p. 246). Donde se dispone una baraja léxica compuesta por cartas que voy a ir mezclando
ya, porque, oigan, no puedo limitarme a transcribir, y reordenar resulta además
otro modo de interpretar o, cuando menos, de glosar.
Están,
por ejemplo, los naipes que enseguida saltan a la vista (o a la boca):
interpretación
(y sus socios interpretar, interpretativo o interpretativamente), comprensión,
explicación (y explicar), glosa (y glosar), comentario (y comentar), exposición (y exponer), lección, lectura (y leer), justificación, tergiversación, sentido (y ya puestos, sentido acomodaticio), significación, traducción (y traducir), descifrar.
Se
ponen sobre el tapete otras cartas que lo mismo apenas asociaríamos
automáticamente con esto de ir y ponerse a interpretar:
inteligencia (y
entender), impugnación, sugerimiento, alegorizar, tomar por,
atarse a la letra, vocabulario, literal, lato.
Hallamos,
por fin, naipes que no suelen venírsenos a las manos (o a las mientes)
así, a la primera. Cartas como de póquer griego o tute hebreo:
exégesis (y exegético), paráfrasis (con parafrasear y parafrástico), hermenéutica (y hermenéutico),
anagogía (y anagógico y anagógicamente), anagoge, cábala, masora.
En
esta reordenación que acabo de presentar, se aprecia que el estilo es un asunto
de frecuencia de uso, es decir, de estadística. Nos topamos con lo más esperado, hablando de
interpretar, en la primera serie; lo más sorprendente se
agazapa en la rebuscada serie final. Un estilo que llama la atención es una
forma de escribir de baja frecuencia estadística.
Las
pasarelas de cursis están hoy venga de reclamar a todo quisqui el que tenga relato
o disponga
de narrativa. ¿Qué será entonces de un texto —cualquier texto— que no cuente
con personajes que se muevan de aquí para allá, por entre los márgenes del
folio, y practiquen su bricolaje de ideas? Ahí van los nuestros, que completan
la baraja fabricada por don Julio Casares:
intérprete,
interpretador, hermeneuta, interpretante, parafraseador, parafraste, exegeta, escrituario,
escriba, rabino, decretalista, expositor.
Como
habrán notado, hay palabras que he tiznado en negrita. Son las cabeceras de
otros catálogos léxicos. Quiere decirse que podríamos seguir fatigando los
vericuetos del Casares; pero detengámonos de momento, que explorar un
diccionario se antoja tarea que tiende al infinito. Y el infinito no parece
compañero deseable para unas prisas ni para escribir —o, como se dice ahora, construir—
un texto.
Y menos
en tiempos de Twitter.
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