Así pues, entre 1494 y 1670 habían los
lexicógrafos detectado cuatro estratos
—claro, la filología como arqueología de las palabras (Literaventuras, VII,
8, 9
y 10)—
en el significado de raça. Dibujemos
el correspondiente esquema, o esqueleto de blanquísimos huesos de claridad, por
ser didácticos a tope:
Procedencia
grecolatina:
[2.2] raza del sol: rayo de sol.
[2.4] raza del paño: falta en el paño.
[1.1 ß 2.4] raza: linaje.
Procedencia
árabe:
[3] raza: cepa, raíz.
El Corpus Diacrónico del
Español (CORDE), de la Academia, contiene 250 millones de registros de uso
del idioma, desde sus orígenes hasta 1974. Que es que no hemos hecho más que
hablar. Ahí obtendremos las condiciones de laboratorio para experimentar y
responder a la pregunta sobre si los más viejos hablantes de español emplearon raça (y raza) en los cuatro sentidos sintetizados en la pizarra electrónica.
O sea, sobre la cuestión de si los primeros lexicógrafos hicieron bien su
trabajo.
Magníficas, claras y ahistóricas son las cifras
redondas: 1000-1500. Durante este aproximado primer medio milenio del español,
CORDE sopla que el par raça–raza figura en 29 casos de 19 documentos.
Seleccionemos algunas de esas recurrencias para examinar a los cuatro
lexicógrafos que sólo detectaron las acepciones [2.2] y [2.4], es a saber, Nebrija
y Alcalá (1494-1516) y Casas y Percival (1570-1591):
[2.2a]
‘rayo de sol’: «los filósofos
epicúreos que creyeron ser los elementos criados de los átomos que en la raça del sol
parecen» (Juan del Encina, Traducción de
las Bucólicas de Virgilio, 1496).
[2.2b] ‘rayo
de luna’: «En la cama en que
durmía / dava una raça de luna, / que quasi cosa ninguna / encubrirse me podía» (Juan del Encina, Cancionero, 1481-1496).
[2.2a] es el único caso registrado de raça de sol. Fuera, pues, algo exagerado
haber situado esa acepción como primera para raça. Si adoptamos la perspectiva de quien lo hizo, Nebrija, parece
además que estamos ante un muy reciente cultismo —por claridad genealógica prefiero llamarlo neolatinismo—, que por si fuera
poco un mismo hablante, Encina, trasladó a raça
de luna [2.2b], no detectado por los primeros diccionarios. Tales hechos de
habla aconsejan —aun a costa de enmendar la plana al maestro Nebrija— reformular
la acepción [2.2] de raça, unidad
léxica independiente, como ‘rayo de luz procedente de un astro’.
La acepción [2.4], por el contrario, está bien arraigada
en el uso de los siglos XIV y XV:
[2.4a] «Diz la dueña, sañuda: “Non ay paño
sin raça / nin el leal amigo non es en toda plaça”» (Arcipreste de Hita, Libro, h. 1330-1343).
[2.4b] «[…]
veo paño / que sea limpio de raça» (Gómez Pérez Patiño, antes de
1435, en Cancionero de Baena).
[2.4d] «Y que el tundidor no fuese osado de
tundir ningún paño sin lo mojar primeramente, y que al tiempo que le llevase
fuese obligado de lo escojer y catar y mirar, para si en el tal paño ubiese alguna canilla o marra o raza o mancha, lo dixese y descubriese luego»
(Alonso de Santa Cruz, Crónica de los
Reyes Católicos, 1491-1516).
De nuevo, raça
funciona como unidad independiente (aquí, de paño), por lo que más adecuado al uso hubiera sido el registro
lexicográfico de [2.4] raça, ‘falta
en el paño’. Incluso el proverbio [2.4c] prescinde en su formulación de paño para sostener que —valga mi
paráfrasis— la más noble de las vestiduras, la escarlata de príncipes
y cardenales, puede recibir una tacha. O sea, el refrán que ya vimos aducido en 1601 por Rosal:
«en el mejor paño cae la mancha».
Por lo demás, ninguno de los diccionarios de los
siglos XV-XVII consultados hasta ahora advirtió el sentido general de raza, ‘tacha’, que se observa en los
siguientes casos en que no se aplica a paños, y que por tanto precisan postular
una subacepción [2.4.1] para descodificarlos no desde el contexto —como estoy
haciendo en este experimento—, sino desde un diccionario más completo:
[2.4.1a]
«A los tus suçessores claro espejo
/ será ¡mira! el golpe de la maça, / será ¡mira! el cuchillo bermejo / que cortará doquier que falle raça» (Francisco
Imperial, antes de 1409, en Cancionero de
Baena).
[2.4.1b]
«Si mirando quien vos mora / una
gracia tan sin raza, / con que
qualquiera señora / en estos tiempos de agora / osaría mostrars’en plaza, / vos
tentare, gloria vana, / qu’en tales tiempos s’ofrece, / acordaros, señora
hermana, / […]» (Anónimo, Cancionero de
Pero Guillén, antes de 1492).
[2.4.1c] «No sé, buen amor, qué te faza. / […] / Que el Señor que te crió / tan
bruñida te sacó, / que en ti sola no dejó / un
pelo ni una raza» (Cancionero Musical de Palacio, h. 1500-1550).
Que raza
significara ‘fallo, tacha, defecto’, así, en general, da sin duda que pensar
desde nuestro hoy. De momento, lo que pienso es que para que una tal
raza no caiga en este post por cansino
o largo, lo voy a cerrar ya.
A la espera de su continuación.
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