¿Lo que llamamos realidad no será sino una gigantesca metáfora alzada por esos poetas o creadores que son los filósofos, los científicos y los historiadores? «No se diga, pues, que el arte copia a la Naturaleza», concluía en «La Gioconda» (Mocedades, 1911) el español más clarividente del pasado siglo —o quizá del pasado todo—, José Ortega y Gasset. Y a continuación se preguntaba, por supuesto retóricamente: «¿Dónde está esa Naturaleza ejemplar fuera de los libros de Física?».
Tal vez en los de literatura, que llevan centurias ejerciendo una influencia decisiva en la conducta de generaciones sin cuento. Veamos otro caso relativo a García Márquez. Lo recordó hace años Martín Prieto. En el atestado del fiscal Julio César Strassera, investigador de los crímenes de las juntas militares argentinas, un funcionario judicial que además era autor de teatro acotaba literariamente: «A una madre la policía le aseguró que a su hijo le iban a “hacer la boleta” —matar— y tituló la acusación como “Crónica de una muerte anunciada”» («Strassera. El último garibaldino», El País, 18-10-1987).
El título de esa novela de García Márquez ha conocido enorme éxito entre sus antiguos colegas, que suelen recurrir a él para las variaciones sobre el mismo tema de sus titulares periodísticos. Vamos, que lo han convertido en un estereotipo semántico. Si se teclea ante la Red el sintagma «Crónica de una muerte anunciada», el buscador arroja varios cientos de miles de resultados, pero mañana serán más. Muchos de ellos no se refieren a esa novela, sino a la vampirización de su título para conformar una percepción (reiterada) de la realidad: «Real Oviedo-Sporting B. Crónica de una muerte anunciada»; «Crónica de una muerte anunciada: El Barça pincha en el Coliseo»; «Crónica de una muerte anunciada. Zapatero sale “tocado” del debate anticrisis»; «Amy Winehouse: Crónica de una muerte anunciada»; «Adiós D&G: crónica de una muerte anunciada»; «Vid – Crónica de una muerte anunciada». Lo último, claro, es aplicar el título a la misma Red: «Google + ¿Crónica de una muerte anunciada?»; «MySpace: Crónica de una muerte anunciada»; «Libranda: Crónica de una muerte anunciada»; «RIM (Blackberry), crónica de una muerte anunciada».
¡Por Silicon Valley! Pareciera que no va a quedar nada de las nuevas tecnologías.
¡Por Silicon Valley! Pareciera que no va a quedar nada de las nuevas tecnologías.
Si las personas, las instituciones y las sociedades nos seguimos empecinando en vivir para consumir, cual Saturno versión siglo veintiuno, no debemos de extrañarnos que cualquier día lancen una pizza Google o una hamburguesa Apple, y entonces la realidad tecnológica será engullida por los Obélix de turno.
ResponderEliminarBueno, no parece mala receta. Habrá, como en todos esos lanzamientos, largas filas a la espera... Muchas gracias, Rick.
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