Saludos, con
mi agradecimiento, a quienes están detrás de esas 23700 visitas procedentes de 78
países[1]. Son mucho más que
guarismos, pero es todo lo que sé, junto con algún que otro comentario, de esas
personas.
martes, 30 de junio de 2015
domingo, 21 de junio de 2015
IX, 30. Cálculos de arquitectura retórica
Un
mantra deja asentar, sobre mentes poco inquietas, revelaciones de la verdad:
sucedáneos. Por caso, que las Humanidades forjan un pensamiento crítico. Sucede
que la esencia del mantra, la repetición litúrgica, no puede ser más ajena a la
crítica. Las evidencias, además, no siempre confirman que el estudio humanístico
esté sometido al control
racional de los hechos y los datos, que por fuerza se opone al criterio
de autoridad: lo relevante no es quién siente cátedra, ni depende la verdad de
cuáles fueren los labios que la pronuncien. Agamenón
puede hallarla, tanto como su porquero. Mas nunca si acatan; sí, quizá, cuando con
tino experimentan y razonan.
sábado, 13 de junio de 2015
IX, 29. Castiglione se queda de piedra
La
Sala XVIII del Museo della Civiltà Romana expone
maquetas que reconstruyen la topografía de la Roma arcaica, desde los tiempos del
rey Tarquino hasta las décadas iniciales de la República. Próximas a un vado
del río Tevere (o Tíber) se alzan las siete colinas, a partir de cuyos primitivos
asentamientos se originó la ciudad. Son los colli
con que vimos a Castiglione
abrir su celebrado soneto, que no necesitaba título, pues, como solía ocurrir, iba
este encriptado en el verso inicial: superbi
colli = Roma. Recordémoslo en una segunda traducción española —anónima y más
fiel que la de Rey de Artieda—, que en 1904 rescató Foulché-Delbosc de un
manuscrito del siglo XVII, Espagnol 372 (fol. 252v), que
custodia la Biblioteca Nacional de Francia:
domingo, 7 de junio de 2015
IX, 28. De ruinas e interinidades
Tal vez poco
tan interino como la dedicación política. Pero en el fragor de la arenga ardiente,
las agitadas manos del orador en la masa entregada, dispuesta a ser modelada por
la voz y el gesto del líder, se entiende que éste se piense eterno. Ahí está el
tribuno Cola di Rienzo para mostrarlo: «deslumbrada su imaginación por las
ruinas de Roma, quiso restaurar su prístina grandeza. Con sus fogosos discursos
logró levantar al pueblo, señalándole los restos del poderío pretérito» (S. Vranich,
«La
evolución de la poesía de las ruinas en la literatura española de los siglos
XVI y XVII», Actas del VI Congreso Internacional de Hispanistas, Toronto, University, 1980, pp.
765-768).