domingo, 19 de marzo de 2017

IX, 39. Veinticinco años de caballería enamorante


mi corazón por una galopada
Olga Bernad

La caballería enamorante del XIX se desintegra en un cuarto de siglo: si don Luis de Vargas consiguió muy pronto (Edad de Oro) los favores de una predispuesta Pepita, a don Álvaro Mesía le costó muchas rondas y esfuerzos muchos (Edad de Plata) predisponer a la Regenta. En la Edad de Hierro de las bicicletas, Frasquito Ponte, sin el don del tratamiento y de la equitación, acabó rechazado por su corcel y descabalgado. Vencido por las bicis. Don Luis se habría sentido sobre una bicicleta tan ridículo como a lomos de su mula vieja, y don Álvaro nunca habría pedaleado ni hecho el caballito. Con la expresión empleada por el personaje de Ronzal en La Regenta, ellos no hubieran aguantado ancas (II, 20).