La construcción de un relato histórico requiere un
mecanismo que combine hechos acaecidos y conjeturas en una secuencia precisa. Cuantos
más datos se hallen disponibles, más cerca estaremos de ajustar la máquina del
tiempo a la que debería aspirar la historiografía. En esa tarea, los constructores del relato más alejados de los sucesos no sólo cuentan con
las conclusiones de sus antecesores, sino que, paradójicamente, pueden disponer
de una información mayor que quienes estuvieron más próximos a los hechos.
Vamos, que no hay que temer a los memoriones electrónicos y sus big data.
Los primeros diccionarios detectaron en raza la acepción [1.1], ‘linaje,
estirpe’, sólo a partir de 1601; sin embargo, mejor que los viejos lexicógrafos
sabemos que su uso, nada infrecuente, se remontaba por lo menos a casi tres
siglos antes:
[1.1a] «Escusa camjnos e caça.
/ Desto sale muy grand raça: /
juegos, tabernas e plaça / en las
fiestas» (Pedro de Veragüe, Doctrina de
la discripción o Tractado de la doctrina, h. 1350).
[1.1b] «Para en plaça muy gran raça / te ponen los dezidores; / non de baça mas de taça, / usas
mucho a tus sabores» (Alfonso de Villasandino, 1379-antes de 1425, en Cancionero de Baena).
[1.1c] «pues al hidalgo syn raça / nin al sabio más prudente
/ en este siglo presente / syn dineros ciertamente / no le dan pan en la plaça» (Gómez
Manrique, Cancionero, 1450-h. 1480).
En [1.1a] me parece que la voz se
emplea con ironía: el moralizador Veragüe desaconseja la vida mundana, que
menuda raza que da, la de la
perdición del juego, la taberna y la plaza; lugar este último de mala fama en que,
para rondar por allí, mucho linaje atribuyen a la mujer a la que en [1.1b] se
dirige —seguramente también de modo irónico— Villasandino, que fue poeta de muy
mala baba. Si ambos hechos de habla no fueron irónicos, podríamos estar ante
dos casos de conceptismo: el uso simultáneo de las acepciones [1.1], ‘linaje’, y [2.4.1.], ‘tacha’, en un solo contexto
sintáctico. Que es lo que creo que ocurre en
[1.1c]. Por el contrario, el siguiente registro, más tardío, es de sentido
unívoco:
[1.1d] «et los moros deuen tener mayor enemiga con el conde mi
señor et conmigo que con vos, de quien muy buenas obras han Rescebido, et avn
allende los demás ya dichos caualleros desta raza que
biuen en la çibdad de alcalá et otros continuos della» (Diego Fernández de
Córdoba, «Carta a Alfonso de Aguilar», 1470).
Hay otro
significado de raza que tampoco fijaron
los viejos diccionarios. En nuestro glosario histórico debemos, por tanto, añadir
ahora la acepción [1.2], ‘grupo biológico’,
que, relacionada con [1.1],
se refería en el siglo XV, exclusivamente, a [1.2.1], ‘linaje equino’:
[1.2.1a] «oy día se hallan cauallos saluajes de
aquella raça en los montes de Teayo,
de Miranda y de Bujá» (Juan Rodríguez del Padrón, Siervo libre de amor, 1440).
Por último, y en relación semántica con [2.4.1],
‘fallo, tacha, defecto’, el uso registra otra acepción, aunque tampoco lo
hicieran los glosarios iniciales. Se trata de [2.3], ‘grieta en el casco de los
caballos’:
[2.3a] «Fazese
a los cavallos una malautia [= enfermedad] quel dizen raça. Et fazese de
sequedat de la unna & fazese de correr por carrera tiesta o por pedregosa,
otrossi fazese por aguadura o desainadura» (Anónimo, Libro de los caballos, h. 1275).
En cuanto al significado [3], ‘cepa, raíz’,
sostenido por López Tamarid en 1585, no ha dejado rastro, por lo que debe darse
por hipotético y no verificado (*).
De modo que el esquema del que partían los
diccionarios de los siglos XV-XVII consultados, debe rehacerse (y reordenarse),
atendiendo al uso de raza en los
siglos XIII-XV y a sus documentaciones más antiguas:
[2.3] raza: grieta en el casco de los caballos
(h. 1275).
[2.4] raza: tacha, defecto (aplicado a paños, h.
1330).
[2.4.1] raza: tacha, defecto (aplicado a
personas, antes de 1409).
[2.2] raza (cultismo, 1481-1496): rayo de luz procedente de un astro (sol o
luna).
[1.1] raza: linaje, estirpe (aplicado a grupos
humanos, h. 1350 o 1470).
[1.2] raza: grupo biológico (aplicado a
caballos, 1440).
* [3] raza: cepa, raíz (no documentado en el
uso).
El esquema resultante es más complejo que el
actual y que el
postulado antes de que revisáramos los registros de uso idiomático en los
siglos XI-XV. La complejidad suele ser la consecuencia de imbricar la hipótesis
de partida (en este caso, la de los
viejos lexicógrafos) con los hechos, que en asuntos de lengua trazan un
collar de usos engarzados por la historia: la machadiana palabra en el tiempo. Pero como juego implicado en la ya mentada (y
paradójica) ley del cambio permanente, resulta que a la complejidad acompaña la
simplificación, o tendencia al Uno: de los significados principales de raza —descartado ya [3], no documentado—,
sobresalen dos: [2.4] ‘tacha, fallo, defecto’, y el que según Rosal (h. 1601)
procedería de éste, [1.1] ‘linaje, estirpe’. Que terminaría por imponerse. Aún
nos faltan, empero, algunos capítulos de esta historia para alcanzar tal
conclusión.
Lógica o cronológica.
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