lunes, 7 de julio de 2014

IV, 13. Reiteración total (o «el modo Vicente»)

I más de más i. Vale. Que investigan unos pocos, innovan unos cuantos y todos los demás desarrollamos. En modo Vicente, que es comportamiento digno de estudio de caso en las escuelas de negocios y hasta en los negocios de las escuelas: «¿Dónde va Vicente? Donde va la gente». Especie imitativa resulta la nuestra. Que es, a ver si me entienden, lo que venía a decir.
No sé: que se pone de moda aferrarse al cargo, pues aquí no deja nadie un sillón vacío; que empieza aquel señor a dimitir y este otro a abdicar, pues venga: a aplicar el modo Vicente con el resultado de dimisiones en cadena, día sí día también, que no va a quedar un aforado a quien echarle la culpa de algo. Y todo por este afán de imitar que caracteriza al mono sapiens.
Disciplina hay de luenga carrera que tiene desde hace siglos estudiados, y dejados muy bien dichos y explicados, los vericuetos por los que se conduce el modo Vicente en la comunicación. Habrán supuesto ya que me refiero a la Retórica. No hay modelo, paradigma, construcción, cosa, que se les haya escapado a los retóricos en esto del decir repitiendo. Del imaginar y componer mensajes igualicos igualicos que los de nuestros tatarabuelos. Ah, la Retórica: esa ciencia predictiva.
Me pido ahora un par de párrafos, o los que salieren, de retórico aficionado. Voy a describir ese hecho tan de moda de titular muchas pelis actuales con un sintagma formulado así: S + Adj. –al
O sea —si no sigo la moda estructural-funcionalista de complicar la vida hasta al apuntador—, un sustantivo seguido de un adjetivo terminado en –al. Compruébese (que diría un viejo retórico): Testigo accidental, Soldado universal, Desafío total, Arma letal, Reto final. Esta repetida construcción sintáctica arroja casos, tras el trabajo de campo (que diría un postmodernísimo sociólogo), que avisan al futuro espectador de que la película pertenece a uno de estos géneros: el de terror, el de polis, la ciencia ficción o el thriller que, basado en una intriga policiaca, el asesinato en serie o el erotismo, aprovecha las posibilidades de representación dramática que brindan los juicios orales norteamericanos. Asociados, en plan efecto de Pavlov, el sintagma y el género cinematográfico, aquel no solo titula la peli en cuestión, sino que predice su forma genérica y, por tanto, su contenido. Lo dicho: la Retórica tiene poderes visionarios. Asentados precisamente en la repetición connatural al modo Vicente.
Los adjetivos de estos títulos suelen ofrecer su ración de connotaciones negativas, que ya se sabe que al cine se va para sufrir, como fatal (Abrazo fatal, Error fatal, Imagen fatal) o infernal (Acoso infernal, Fortaleza infernal, Posesión infernal). Otros se refieren a lo jurídico y policial; adjetivos de orden ellos (que diría un retórico tradicional y tradicionalista): Combate legal, Justicia criminal, Acción judicial, Procedimiento ilegal, Angustia criminal. De todos, el más repetido me parece que es mortal: Aguja mortal, Apuesta mortal, Cumpleaños mortal, Diagnóstico mortal, Fotografía mortal, Línea mortal, Magnetismo mortal, Teléfono mortal. Menudos tragos. Anda, que si no fuera por las palomitas y la mirinda…
Ejemplo final. Leo en una reseña que Belleza mortal es una comedia: la repetición produce cansancio y este provoca la parodia o, como aquí, la reconducción de lo previsible hacia otro género imprevisto. Como ley de comportamiento comunicativo que es, también esta última queda sujeta, con un poquitín de suerte y unos adeptos militantes, a la reiteración total.
Efecto es del modo Vicente.


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