Agradezco la compañía y la lectura de quienes, llegados electrónicamente desde cuarenta y dos países[1], han aportado más de 4400 veces en este rincón de Literaventuras durante sus nueve primeros meses. Saludos cordiales.
sábado, 29 de septiembre de 2012
miércoles, 12 de septiembre de 2012
III, 20. La novela del verano, y 6. Post scriptum
Se echa ya el otoño con sus ganas de marear y habrá que ir acostándose antes. Una triste lata. Convendrá entonces ponerle fin a esta historia. Cuyo narrador no quisiera por demás seguir distrayéndose del espejismo de la que en su siglo se llamara —con expresión es de suponer que ya arcaica— rabiosa actualidad, esa fantástica productora de argumentos de ficción.
sábado, 8 de septiembre de 2012
VI, 13. Dulces prendas
Durante el Pleistoceno o el Renacimiento, no sé, damas había que obsequiaban a sus novios, amigos, amantes e incluso esposos con unas prendas (cintas y / o telas de la mercería, unos cabellos, tirando por lo alto un retrato) para ser añoradas en las arduas ausencias. Luego podía pasar que se amortiguara o amortizara el subidón electroquímico que por no ser de Ciencias tendemos a decirle amor. El despecho convertía entonces las prendas en mortificación: «Oh dulces prendas por mi mal halladas», como en el soneto X de Garcilaso. Toledano.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
III, 19. La novela del verano, 5. El fenómeno
De Elías García Martínez dicen que una vez se subastó en la capital del Principado autonómico de Cataluña una tormentosa obra suya, Pescadores (1891), con el atractivo precio de salida de 120 euracos del ala. Emprendida tal tarea de divulgación y rescate, el Centro de Estudios Borjanos fue agraciado con la donación de Virgen de los Dolores (1933), otro lienzo del «destacado pintor». Con alborozo comedido se anunciaba en un post del 6 de agosto. Año de Nuestro Señor del 2012.
sábado, 1 de septiembre de 2012
III, 18. La novela del verano, 4. En prácticas
Entra Cecilia Quijano en la Domus Dei et porta coeli como quien entra por su casa, con pisadas repetidas desde hace siglos por todas las beatas de España. Está a punto de darle un argumentazo a Almodóvar, que según pregonan las gacetas del mundanal ruido con un agolparse de erratas —en verano, es que solo trabajan becarios en prácticas— elige en esas horas escenarios en el aeropuerto de Ciudad Real, modernísimo y quietista.
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