sábado, 8 de septiembre de 2012

VI, 13. Dulces prendas

Durante el Pleistoceno o el Renacimiento, no sé, damas había que obsequiaban a sus novios, amigos, amantes e incluso esposos con unas prendas (cintas y / o telas de la mercería, unos cabellos, tirando por lo alto un retrato) para ser añoradas en las arduas ausencias. Luego podía pasar que se amortiguara o amortizara el subidón electroquímico que por no ser de Ciencias tendemos a decirle amor. El despecho convertía entonces las prendas en mortificación: «Oh dulces prendas por mi mal halladas», como en el soneto X de Garcilaso. Toledano.
Pero hete aquí que la tecnología va metiendo mano a ese proceso. Damas hay que ahora envían a novios, amigos, amantes e incluso esposos un vídeo comprometido como prenda de mucho mirar. Una viceministra costarricense o una concejal toledana. Amortizado el subidón, la querella: «Oh dulces prendas por mi mal halladas». Sí, en Youtube.
No menos han cambiado ellos: el amigo o amante (palabras que eran sinónimas) solía ser durante el Pleistoceno o el Renacimiento, no sé, un caballero. Las cosas del amar a nadie las contaba, y guardar el secreto de la intimidad de su dama, por lo general casada (a ser posible con otro), era razón misma de su hombría. Después llegaron los donjuanillos de eyaculación precoz, macarras que todo lo largaban a sus amigotes en la tasca. Podían empeorar: como los muy machotes han perdido hasta la facultad de hablar, ahora se limitan, dando a un botón con el pulgar de homínido, a subir los vídeos al maremágnum de la Red.
Allí se vio Olvido Hormigos, la concejal de Los Yébenes, provincia de Toledo. Un trago. Compañeros de partido se enteran y creen las versiones iniciales o incompletas de la traicionada. Comienza la guerra electrónica. Para contrarrestar los efectos devastadores de Youtube, el diputado Madina tira en un repente de Twitter: «¡Basta ya de esa España de Bernarda Alba! Por favor, Olvido, no dimitas». Lo contrario precisamente que ella deseaba: dimitir, que la dejaran en paz, escapar a ninguna parte, ser tragada por la tierra. Que ni la Red de apoyo, ni la disciplina partidista, ni nadie pudiese «parar las aguas del olvido» que corren por la égloga III de Garcilaso.
El recurrir del diputado Madina a La casa de Bernarda Alba ofrece un caso más de literatura influyendo sobre la historia. En el mapa de creencias de Madina, la obra de Lorca evoca una España profunda, negra y reaccionaria. Mas erró su tiro el diputado. No es solo que hasta el 2011 Los Yébenes votara mayoritariamente socialista. Es que apenas se relaciona ese drama de Lorca con el intríngulis del suceso yebení, ahora que van siendo descartados los relatos pioneros de la concejal. Quien tenía todo el derecho a defenderse. A mentir, o sea.
No es cuestión entonces de mentar La casa de Bernarda Alba, ni mucho menos el curativo y poderoso «coño de la Bernarda», expresión de la que el 6 de mayo había tratado, en la Granada lorquiana, el Ideal. Sabido ya que el nudo del asunto resulta triangular y polinómico, más al caso vinieran Los cuernos de don Friolera, de Valle. O si uno no sale de Lorca, Amor de don Perlimplín con Belisa en el jardín. En la ESO no se menciona, pero Lorca subtituló esa obra Aleluya erótica, y en ella fundió «lo grotesco y lo trágico». Lo explicó de maravilla Helen Grant.
Claro es que precisó más de ciento cuarenta caracteres.


1 comentario:

  1. Mal el Don Juanillo bocazas y precocitado. Y tonta de remate la Inesita atolondrada. Que dimitan los ladrones. El sexo es la píldora del día después. El que vuelve a hacer que sonriamos cuando escuchamos a el Barbas decir no bajaré... no subiré...

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