martes, 15 de enero de 2013

IX, 5. Automarketing cervantino

El Siglo de Oro suele presentarse, en las hinchadas tarjetas de visita que son los manuales, como generador de una literatura basada en la autoridad y en su imitación; pero los textos áureos que responden al teorema del prurito de originalidad hacen hincapié justamente en el orgullo y el afán de primogenitura que va a haber que tildar de romántico, si de lo que se trata es de bautizar con categorías no menos anacrónicas o científicas que las de Renacimiento, Manierismo o Barroco.
Entre 1613 y 1615, situado en la cúspide de su bullicio creativo, Miguel de Cervantes se dio al autobombo. Si no se lo decían los demás, se lo diría él mismo. De otra vanguardia italianista, ahora narrativa, se mostró originador aquel que componía el «Prólogo al lector» de las Novelas ejemplares (1613): «yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y estas son mías propias»[1].
Es una conciencia de innovador orgullo que recurre, con el consabido —y acaso ya trillado— iter o camino, en el Viaje del Parnaso (1614):

Yo he abierto en mis Novelas un camino
por do la lengua castellana puede
mostrar con propiedad un desatino.
Yo soy aquel que en la invención excede
a muchos; y al que falta en esta parte
es fuerza que su fama falta quede. (IV, 25-30)[2]

Un año después, en el «Prólogo al lector» de sus Ocho comedias y ocho entremeses nuevos (1615), Cervantes siguió añadiendo méritos a su currículum. Abultado al figurar también en él que, como autor teatral, «me atreví a reducir las comedias a tres jornadas, de cinco que tenían» y «fui el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras morales al teatro»[3].
Seguramente sean esta insistencia y este detallismo curricular los rasgos que individualizan el tópico más paradójico, el de la originalidad o primogenitura poética, cuando cae del lado cervantino. Más primero que nadie este mi señor don Miguel.
Primero en la larga lista de primeros a la que, entre 1613 y 1615, decidido incorporó su nombre.

[1] M. de Cervantes, Novelas ejemplares, ed. J. B. Avalle-Arce, Madrid, Castalia, 1982, I, pp. 64-65.
[2] M. de Cervantes, Viaje del Parnaso, en Poesías completas, I, ed. V. Gaos, Madrid, Castalia, 1973, p. 103.
[3] M. de Cervantes, Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados, en Teatro completo, ed. F. Sevilla Arroyo y A. Rey Hazas, Barcelona, Planeta, 1987, p. 9.

4 comentarios:

  1. ¿Tal vez ser escritor artesano y no profesional le regaló ser tan universal como soñaron los que vivieron de la profesión en su tiempo o en otros?

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  2. El aprovechado Alonso Fernàndez de Avellaneda en el pròlogo de su D. Quijote de tan infausta fama, hiere el orgullo de tu (y mìo, y nuestro) señor D. Miguel con estas palabras:
    "Como casi es comedia toda la Historia de Don Quijote de la Mancha, no puede ni debe ir sin pròlogo; y asì sale al principio desta Segunda parte de sus hazañas èste, menos cacareado y agresor de sus lectores que el que a su Primera parte puso Miguel de Cervantes Saavedra, y MÂS HUMILDE que el que segundò en sus novelas, màs satìricas que ejemplares, si bien no poco ingeniosas."
    Puestos a ser original, pienso que tu (y mìo, y nuestro, y de todos) señor D. Miguel fue màs innovador en el libro del Ingenioso Hidalgo que en las Novelas Ejemplares o en sus comedias. Pero esa es otra historia

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    1. Muchos asuntos se sintetizan en este comentario. Avellanada no iba muy desencaminado en las palabras que citas (con Lope de Vega al fondo), no todas negativas. Y si "originalidad" es reconfiguración de elementos literarios traídos de la lectura múltiple del pasado (a lo que se dedicó, y mucho, Cervantes), estamos de acuerdo. Gracias por esta intervención.

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  3. Quizá hubiera que empezar a considerar a Cervantes y otros de "su generación" autores en vías de transformarse en eso que luego se llamará "escritor profesional". Nada ajeno a eso sería la extensión de la imprenta. Un abrazo, Manuel.

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