Andar pintando las paredes, tal vez el muro de Facebook, por echar o —poniéndose
en lo peor— matar el rato. Andar pintándola, digo. Con otros
grafitis. Literaventurescos.
«Estudias ¿filoqué?», nos habrán preguntado a todos los que una vez
cometimos la provocación de matricularnos en Filología. (VII, 3)
Los idiomas no solo son constitutivamente metafóricos, sino también
esencialmente profusos, difusos y confusos. (II, 7)
Lo que ya sostuvo Jovellanos: la gramática es la ciencia esencial o
madre de todas las otras. (II, 6)
Para las culturas primitivas, en el principio siempre era el verbo; nada
parece haber cambiado para las actuales, excepto que no se dice. De tal idea
deriva con facilidad otra: para transformar la realidad, basta con modificar
las palabras. He aquí el cómodo y acomodaticio fundamento del eufemismo. (IV, 1)
Todo el mundo sabe que las siglas dan razón de cientificidad. (III, 3)
Es sintomático que miserable en
español signifique tanto ‘perverso, abatido, infeliz’ como ‘mezquino, que
escatima en el gasto’. Así que el mismo idioma fuerza a identificar como
miserable a quien cuida de la hacienda con rigor: un mezquino perverso. (III, 5)
Si la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero, el problema
entonces es disponer de los mecanismos precisos para analizar las palabras del
porquero y de Agamenón. (II, 3)
La Filología, excelente laboratorio de pruebas sobre la interpretación,
actividad que todos practicamos regularmente. (VII, 1)
Paradójica
como fructífera predicción del pasado. Adivinar, ay —buceándolo y
brujuleándolo—, lo pretérito. Esa tarea perpetua. Y cargada de futuro. (IX, 7)
La paradójica
novedad que supone recordar lo antiguo. (IX, 6)
Si un teorema
literario ha de ser universal, su formulación permitirá el científico
anacronismo. (IX, 4)
No pediré
excusas por la ironía, herramienta de conocimiento sepultada, como la paradoja,
por el academicismo. (IX, 1)
¿La lectura como consuelo, aboliendo el tiempo? (X, 6)
El valor mágico y juntamente racional de la escritura. (III, 2)
La cronología
literaria es, frente a otras, reversible, asunto entonces en que la
periodización —instrumento útil para la rectilínea historia general, no para la
multidimensional memoria literaria— hace aguas. (IX, 3)
Todo el que
en literatura asegura ser el primero en algo, que se ponga a la cola, que no
hace sino crecer. (IX, 7)
En poética, eso que se acata un rato (décadas o siglos) es el canon. (IX,
2)
Una amplia veta de poesía y literatura española del Siglo de Oro apenas
pecó de mojigata. Sé que extendidos prejuicios impiden saberlo. (I, 5)
Diego Hurtado de Mendoza (1501-1575), aristócrata nacido en la Alhambra,
poeta, político y diplomático, humanista, historiador y anticuario, fue uno de
aquellos españoles a quienes, por edad, apenas alcanzó la mojigatería
contrarreformista. (I, 10)
Maquiavelo, aquel filósofo a quien le dio por ser experimental o sincero. (IV,
4)
Esa cosa grandilocuente y épica del historicismo decimonónico. (I, 9)
Esas dos lamentables Españas que el ingenio unamuniano —otro derroche—
apellidó de hunos y otros. (III, 4)
«A la minoría siempre». Es que a Juan Ramón Jiménez se le dieron bien los
versos sueltos. (X, 1)
La Red y su borgesiano carácter de libro de arena, que hace y deshace sus páginas en vaivén
continuo. (VII, 6)
Quizá llamamos clásicos al pintor y al poeta que instituyeron al menos una
estampa que, ante ciertos estímulos, se nos impone de manera automática.
Estética. Sí: con frecuencia vemos el mundo a través de los ojos privilegiados
de unos cuantos artistas. (I, 12)
Una de esas acciones inaugurales, escasas o extrañas, que abren una sima en
el continente de la historia. (I, 6)
La ecuación Tiziano: desnudo
femenino + mitologismo + perro = Tiziano. (I, 13)
La Venus del espejo velazqueña, robada durante la ilustrada invasión francesa y hoy en The
National Gallery, ilustre pinacoteca británica donde, quizá por despistar, fue
retitulada. (I, 15)
Sobre las frías paredes de su Quinta, un desengañado y sordo pintor iba
inventando vanguardias, o al menos haciendo arte ininteligible. (I, 16)
La ecuación Courbet, de segundo grado: Tiziano – mitologización +
cotidianeidad = Courbet. (I, 13)
Con este trajín de palabras, es que no sé cómo seguimos entendiéndonos. (IV,
5)
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