Siguiendo
las andanzas de su dura jornada, el
clérigo va «luego a la iglesia» (Libro del Arcipreste de Hita, 380) a «le dezir tu razón» a la mujer, por lo que desea que se esté celebrando «la misa de novios», expresión con «alusiones
sexuales» que cuadra además con que había «clérigos casados» (Simonatti 2008:
109). Y mejor que la ceremonia sea breve, «sin gloria e sin son»: sin el canto del Gloria in excelsis Deo («Gloria
a Dios en las alturas») ni «música»,
para «ir al grano» (Morros
2004: 398-400). Grano cobrado cuando,
al finalizar la misa, llegaba la hora sexta (381):
Acabada
ya la missa, rrezas tan bien la sesta
que
la vieja te tiene a tu amiga presta;
comienças
«in verbum tuum», e dizes tú de
aquésta:
«factus sum sicud uter» por la grand misa
de fiesta.
Este otro
sentido sexual de rezar surge en un contexto que parodia el salmo 118,
80-81 y 83: Deficit in
salutare tuum anima mea, / et in verbum tuum supersperavi («Desfallece mi alma en tu salvación, y he confiado en tu palabra»), Quia factus
sum sicut uter in pruina («Porque estoy como odre puesto al humo»). Explicaba el Constantini Liber de coitu, tratado de andrología del
siglo XI, que cuando «se
origina el deseo en el hígado» se moviliza «el pneuma desde el corazón, que,
descendiendo a través de la arterias hasta el pene, llena su nervio hueco y, al
llenarlo, se alarga en dura rigidez, a manera de un odre» (Morros 2004: 404 y
n. 38). Así que, confesando este clérigo a su amiga o amante que está
muy hinchado, e dizes […] «factus sum sicud uter», presenta con ese «estoy como un odre» la primera —según diría un urólogo de bien— erección conocida en la
literatura española.
Como «el texto
oculto» en la recortadora parodia «no deja de manifestarse» por la memoria y el
«conocimiento habitual que el lector medieval poseía de la Escritura y de los
textos litúrgicos» (Simonatti
2007), la bífida conversación entre el clérigo y su amante carecería de ambigüedad
para un contemporáneo del Libro, cuya estrofa 382 transforma la «súplica
para obtener la salvación» del salmo 118, «en otra para conseguir la
correspondencia sexual» (Morros 2004: 404): Quomodo dilexi legem tuam, Domine! («¡De qué modo he
deseado tu ley, Señor!») à «quomodo dilexi nuestra fabla, varona» («cuánto he
deseado nuestro hablar [«con el sentido eufemístico de ‘coito’»], señora».
Tras la muy dulce experiencia de la
cópula, «Ella te dize: “¡Quam dulçia! Que rrecubdas [‘vuelvas’] a
la nona”» (382d), «a eso de las
tres de la tarde», que en los manuales litúrgicos era «la hora en que murió
Jesucristo»; por supuesto, regresa el clérigo con la dueña lozana para
seguir practicando coitos (o rezando) al compás del salmo 118: Mirabilia
[testimonia tua] (383b: «Maravillosos son tus testimonios»), exclama el
cura antes de dejarse guiar por ella, Gressus meos dirige (383c: «Dirige
mis pasos»). Doña Fulana (383c) se acopla: Justus es, domine (383d: «Eres
justo, señor»). Tan de acuerdo está, que pasa de nuevo lo que pasa, «el encuentro
sexual»: Tañe a nona la campana (Morros 2004: 405-406).
Asentó
santo Tomás que, «a efectos eclesiásticos, empieza el día» en la hora de
vísperas (Morros 2004: 383). Momento en que Ruiz culmina su parodia con una
orgía: «Nunca vi
sancristán que a vísperas mejor tanga: / todos los instrumentos tocas con la chica manga» (384ab),
versos que en el plano literal lo presentan como arremangado (con la chica
manga) recordman del toque del psalterio y el órgano, instrumentos
musicales del canto litúrgico; pero en el plano latente de la parodia, este
campeón penetra (tañe) con su trompita (chica manga) —según notó Chiarini—
todas las vaginas (instrumentos). En «con virgam virtutis tue fazes que aí rremanga»,
virga «es la
vara con que el Señor pretende imponer el dominio entre sus enemigos» (384d = salmo 109, 2) y «sinónimo» en el vocabulario médico de verga (Morros 2004:
409). Buena fiesta (la mayor de aquellas celebraciones litúrgicas: la de
seis capas) se monta así el sacristán, sentando a su derecha —como Cristo a
la del Padre tras morir— a la que llega. Y cantando alborozado y prometiendo a
todas (y a todos: a
qual quier) el ascenso al clímax del paraíso: «“Sede a destris
meis” dizes a la que viene; / cantas “letatus
sum”, si allí se detiene; / “illic
enim asçenderunt” a qual quier que allí se atiene. / La fiesta de seis capas
contigo la Pascua tiene» (385).
En la hora final de completas, el cura de almas
atiende sin distinciones a «fermosas o feas, quier blancas quier prietas»
(386ab), abriendo voluntarioso sus vaginas («de grado abres las puertas») cuando
le piden converte nos (386c = salmo 85, 4) o custodi
nos (386d). Un no parar, según
expresa Ruiz al parodiar, «con los dobles
sentidos acostumbrados», el
Cántico de san Simeón, «último rezo de las completas» que procedía de Lucas, II, 29-32 (Joset): Quia viderunt oculi mei salutare tuum, /
Quod parasti ante faciem omnium […] («Ahora, Señor, deja
en paz a tu siervo […]. Porque mis ojos vieron tu salvación, que preparaste
ante la faz de todos […]») (Morros 2004:
413): «Fasta el quod
parasti non las quieres dexar; / ante
façiem omnium sabes
las alexar» (387ab).
Con un «salve, Regina» (387d), «Salud,
Reina», se formula una «despedida jocosa muy digna de este grosero clérigo goliardo»,
tan opuesto a las coetáneas Partidas de Alfonso X («los clérigos deven
dezir las horas e fazer las cosas que son buenas e guardarse de las malas»,
pues «la eglesia de Dios fue fecha pora orar e non pora fazer escarnios en
ella» [I, título VI, ley 35]), por lo que el Libro del Arcipreste de Hita,
373-387, así como Elena
y María, responden a un «espíritu medieval muy libre en lo referente a
cosas que hoy día se hacen cada vez menos “tabú” y que antes de cierta
Contrarreforma tampoco lo eran» (Joset
1981: 148). Nadie antes del contrarreformista Cervantes mostró mayor inteligencia transgresora
para con los textos coetáneos que el goliardo o cazurro Juan Ruiz.
Las dos estrellas de sus
respectivas eras.
[Procedencia
de las citas: S. Simonatti, «La journée
du clerc amoreux». Horas y Eros en el «Libro de buen amor» (cc. 372-387),
Pisa, Edizioni ETS, 2008; B. Morros,
«Las horas canónicas en el Libro
de buen amor»,
Anuario de Estudios Medievales, 34.1 (2004), pp. 357-415; Arcipreste de
Hita, Libro de buen amor, ed. G. B. Gybbon-Monnypenny, Madrid, Castalia,
1989, pp. 184-190; S. Simonatti, «La parodia de las Horas
Canónicas o el ejercicio retórico de la reticentia», en II Congreso internacional Juan
Ruiz, Arcipreste de Hita, y el «Libro de buen amor», ed. L. Haywood y F.
Toro, Madrid, Centro Virtual Cervantes, 2007; J. Joset, ed. Juan Ruiz Arcipreste de Hita, Libro de buen amor [1974],
2ª ed., Madrid, Espasa Calpe, 1981, I, pp. 137-148.]
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