domingo, 12 de enero de 2020

XIII, 4. Las Horas por el forro de la parodia (sexta-completas)


Siguiendo las andanzas de su dura jornada, el clérigo va «luego a la iglesia» (Libro del Arcipreste de Hita, 380) a «le dezir tu razón» a la mujer, por lo que desea que se esté celebrando «la misa de novios», expresión con «alusiones sexuales» que cuadra además con que había «clérigos casados» (Simonatti 2008: 109). Y mejor que la ceremonia sea breve, «sin gloria e sin son»: sin el canto del Gloria in excelsis Deo («Gloria a Dios en las alturas») ni «música», para «ir al grano» (Morros 2004: 398-400). Grano cobrado cuando, al finalizar la misa, llegaba la hora sexta (381):

Acabada ya la missa, rrezas tan bien la sesta
que la vieja te tiene a tu amiga presta;
comienças «in verbum tuum», e dizes tú de aquésta:
«factus sum sicud uter» por la grand misa de fiesta.

Este otro sentido sexual de rezar surge en un contexto que parodia el salmo 118, 80-81 y 83: Deficit in salutare tuum anima mea, / et in verbum tuum supersperavi («Desfallece mi alma en tu salvación, y he confiado en tu palabra»), Quia factus sum sicut uter in pruina («Porque estoy como odre puesto al humo»). Explicaba el Constantini Liber de coitu, tratado de andrología del siglo XI, que cuando «se origina el deseo en el hígado» se moviliza «el pneuma desde el corazón, que, descendiendo a través de la arterias hasta el pene, llena su nervio hueco y, al llenarlo, se alarga en dura rigidez, a manera de un odre» (Morros 2004: 404 y n. 38). Así que, confesando este clérigo a su amiga o amante que está muy hinchado, e dizes […] «factus sum sicud uter», presenta con ese «estoy como un odre» la primera —según diría un urólogo de bien— erección conocida en la literatura española.
Como «el texto oculto» en la recortadora parodia «no deja de manifestarse» por la memoria y el «conocimiento habitual que el lector medieval poseía de la Escritura y de los textos litúrgicos» (Simonatti 2007), la bífida conversación entre el clérigo y su amante carecería de ambigüedad para un contemporáneo del Libro, cuya estrofa 382 transforma la «súplica para obtener la salvación» del salmo 118, «en otra para conseguir la correspondencia sexual» (Morros 2004: 404): Quomodo dilexi legem tuam, Domine! («¡De qué modo he deseado tu ley, Señor!») à «quomodo dilexi nuestra fabla, varona» («cuánto he deseado nuestro hablar [«con el sentido eufemístico de ‘coito’»], señora».
Tras la muy dulce experiencia de la cópula, «Ella te dize: “¡Quam dulçia! Que rrecubdas [‘vuelvas’] a la nona”» (382d), «a eso de las tres de la tarde», que en los manuales litúrgicos era «la hora en que murió Jesucristo»; por supuesto, regresa el clérigo con la dueña lozana para seguir practicando coitos (o rezando) al compás del salmo 118: Mirabilia [testimonia tua] (383b: «Maravillosos son tus testimonios»), exclama el cura antes de dejarse guiar por ella, Gressus meos dirige (383c: «Dirige mis pasos»). Doña Fulana (383c) se acopla: Justus es, domine (383d: «Eres justo, señor»). Tan de acuerdo está, que pasa de nuevo lo que pasa, «el encuentro sexual»: Tañe a nona la campana (Morros 2004: 405-406).
Asentó santo Tomás que, «a efectos eclesiásticos, empieza el día» en la hora de vísperas (Morros 2004: 383). Momento en que Ruiz culmina su parodia con una orgía: «Nunca vi sancristán que a vísperas mejor tanga: / todos los instrumentos tocas con la chica manga» (384ab), versos que en el plano literal lo presentan como arremangado (con la chica manga) recordman del toque del psalterio y el órgano, instrumentos musicales del canto litúrgico; pero en el plano latente de la parodia, este campeón penetra (tañe) con su trompita (chica manga) —según notó Chiarini— todas las vaginas (instrumentos). En «con virgam virtutis tue fazes que rremanga», virga «es la vara con que el Señor pretende imponer el dominio entre sus enemigos» (384d = salmo 109, 2) y «sinónimo» en el vocabulario médico de verga (Morros 2004: 409). Buena fiesta (la mayor de aquellas celebraciones litúrgicas: la de seis capas) se monta así el sacristán, sentando a su derecha —como Cristo a la del Padre tras morir— a la que llega. Y cantando alborozado y prometiendo a todas (y a todos: a qual quier) el ascenso al clímax del paraíso: «“Sede a destris meis” dizes a la que viene; / cantas “letatus sum”, si allí se detiene; / “illic enim asçenderunt” a qual quier que allí se atiene. / La fiesta de seis capas contigo la Pascua tiene» (385).
En la hora final de completas, el cura de almas atiende sin distinciones a «fermosas o feas, quier blancas quier prietas» (386ab), abriendo voluntarioso sus vaginas («de grado abres las puertas») cuando le piden converte nos (386c = salmo 85, 4) o custodi nos (386d). Un no parar, según expresa Ruiz al parodiar, «con los dobles sentidos acostumbrados», el Cántico de san Simeón, «último rezo de las completas» que procedía de Lucas, II, 29-32 (Joset): Quia viderunt oculi mei salutare tuum, / Quod parasti ante faciem omnium […] («Ahora, Señor, deja en paz a tu siervo […]. Porque mis ojos vieron tu salvación, que preparaste ante la faz de todos […]») (Morros 2004: 413): «Fasta el quod parasti non las quieres dexar; / ante façiem omnium sabes las alexar» (387ab).
Con un «salve, Regina» (387d), «Salud, Reina», se formula una «despedida jocosa muy digna de este grosero clérigo goliardo», tan opuesto a las coetáneas Partidas de Alfonso X («los clérigos deven dezir las horas e fazer las cosas que son buenas e guardarse de las malas», pues «la eglesia de Dios fue fecha pora orar e non pora fazer escarnios en ella» [I, título VI, ley 35]), por lo que el Libro del Arcipreste de Hita, 373-387, así como Elena y María, responden a un «espíritu medieval muy libre en lo referente a cosas que hoy día se hacen cada vez menos “tabú” y que antes de cierta Contrarreforma tampoco lo eran» (Joset 1981: 148). Nadie antes del contrarreformista Cervantes mostró mayor inteligencia transgresora para con los textos coetáneos que el goliardo o cazurro Juan Ruiz.
Las dos estrellas de sus respectivas eras.

[Procedencia de las citas: S. Simonatti, «La journée du clerc amoreux». Horas y Eros en el «Libro de buen amor» (cc. 372-387), Pisa, Edizioni ETS, 2008; B. Morros, «Las horas canónicas en el Libro de buen amor», Anuario de Estudios Medievales, 34.1 (2004), pp. 357-415; Arcipreste de Hita, Libro de buen amor, ed. G. B. Gybbon-Monnypenny, Madrid, Castalia, 1989, pp. 184-190; S. Simonatti, «La parodia de las Horas Canónicas o el ejercicio retórico de la reticentia», en II Congreso internacional Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y el «Libro de buen amor», ed. L. Haywood y F. Toro, Madrid, Centro Virtual Cervantes, 2007; J. Joset, ed. Juan Ruiz Arcipreste de Hita, Libro de buen amor [1974], 2ª ed., Madrid, Espasa Calpe, 1981, I, pp. 137-148.]


No hay comentarios:

Publicar un comentario