domingo, 5 de agosto de 2012

VII, 5. «La fazienda de ultramar» y la «edición social»

La comunidad de hispanistas sigue renovando los métodos y cimientos de la imprescindible Filología. Gracias a un amable correo electrónico del profesor Pablo Jauralde, de la Universidad Autónoma de Madrid, conocí la estupenda edición digital, paleográfica y social de La fazienda de Ultramar (2011-2012), preparada y dispuesta en la Red por David Arbesú, de Augustana College (Illinois).
En los inicios de la prosa castellana, e inscrita en el género medieval de los libros de viajes[1], La fazienda de ultramar (h. 1220) es «una especie de guía de peregrinos o itinerario de los lugares de Tierra Santa, ilustrado con los acontecimientos narrados en los libros históricos y proféticos de la Biblia»: un «ejemplo temprano» de las traducciones o «romanceamientos bíblicos» peninsulares, «frecuentes» antes de la Inquisición[2]. Esta «vulgarización de un itinerario bíblico en latín, ampliada con largos extractos de una Biblia judía romanceada»[3], o mixtura de «libro de viaje a Tierra Santa y antología bíblica», tuvo «finalidad […] propagandística» ligada a la «predicación de las cruzadas»[4]. Entre sus curiosidades, cita por vez primera en las letras castellanas dentro de su paráfrasis del Libro I de los Macabeos— a Apolonio de Tiro, por lo que La fazienda corrobora una amplia difusión de esta leyenda en el siglo XIII castellano[5].
La edición Arbesú de La fazienda enfrenta, en cada una de sus páginas digitales, la transcripción paleográfica o ceñida del texto del ms. 1997 de la Biblioteca de la Universidad de Salamanca, único testimonio que lo conserva, con la reproducción facsimilar o fotográfica del pasaje correspondiente. Véase, como muestra, el fragmento mitológico sobre Píramo y Tisbe: «De piramus etisbe» (fol. 37va). Por su parte, las concordancias —herramienta filológica tan extraordinariamente útil— han sido preparadas por el Hispanic Seminary of Medieval Studies, y en especial por Francisco Gago-Jover.
Esta edición cuenta con un minucioso registro de actualizaciones o sucesivas enmiendas de lecturas erróneas, en que van participando lectores como Dave McDougall. Estamos, como explica David Arbesú en «¿Una edición digital? = Una edición social», ante «una edición digital en la que el editor no tenga la última palabra», sino «que se espera que aquellos interesados puedan realizar cuantas aportaciones, correcciones y sugerencias crean necesarias», pues «las nuevas tecnologías permiten un grado de interacción entre académicos sin precedentes».
Debido a Siemens y sus colaboradores[6], el concepto de edición social parte de la death of distance que ha posibilitado «the electronic medium», y de la importancia que «the value of collaboration and centralized coordination» cobra para los «computing humanists». Estos empiezan a vislumbrar cómo serán la presentación y la interrelación de los diversos niveles de materiales que constituyen una edición electrónica, que por ahora cuenta con «two models»: el dynamic text, con el que interactúa el lector «in a dynamic fashion, enacting text analysis procedures upon it as it is read»[7], y la hypertextual edition, que posibilita la «interaction with the apparatus (textual, critical, contextual, and so forth) that traditionally accompanies scholarly editions», y con fuentes externas (otros textos literarios y críticos, materiales gráficos…), como en A Social Edition of the Devonshire Manuscript (BL Add. 17,492), de R. Siemens et al. En el campo del hispanismo, la mejor edición hipertextual que conozco es la «edición crítica abierta» de Torquemada en la hoguera, de Galdós, dispuesta por R. Davies[8].
Faulhaber, que reivindica este segundo tipo de edición desde 1991, sostiene con razón que «la mejor» «sería la que combinara facsímiles digitales de los MSS, transcripciones paleográficas o semi-paleográficas de las mismas […], el texto crítico y las herramientas analíticas necesarias para manipular ese texto». Si esta edición hipertextual es además social, se conseguirá «un archivo vivo de materiales» desde el que los «futuros editores» reanudarán el trabajo «montados en los hombros electrónicos de sus predecesores en vez de hurgando entre sus papeles»[9].
Porque lo que sabemos, lo sabemos entre todos; y, además, como pretende evidenciar el breve muestrario de las notas de esta entrada, una historia literaria española construida con fuentes digitales ya es posible.

[2] J. Martínez Álvarez, «Nuevas consideraciones sobre La Fazienda de Ultra Mar», Archivo de Filología Aragonesa, 59-60 (2002-2004), pp. 603-618.
[3] F. Rico, «XXXV. La Biblia en verso», Primera cuarentena y Tratado general de literatura, Barcelona, El Festín de Esopo, 1982, pp. 119-122.
[4] C. Moreno Hernández, «Juglaría, Clerecía y traducción», Lemir, 6 (2002), s. p.
[7] Solo dos ejemplos, de los muchos ya disponibles: Internet Shakespeare Editions, University of Victoria-Social Sciencies and Humanities Reserch Council of Canada; Cantar de mio Cid. Manuscrito de Per Abbat, Alicante-Madrid, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes-Biblioteca Nacional de España, 2002.
[8] The University of Sheffield, hriOnline, [2005]. Cfr. G. Garrote Bernal, «Español en Red 3.0: e-bibliografía sobre Benito Pérez Galdós», AnMal Electrónica, 24 (2008), pp. 150-175.

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