miércoles, 4 de abril de 2012

VI, 8. Un robo y un marquesado


En su mentado ensayo «La Gioconda», recordaba Ortega que M. Hoyer publicó una novela, Mona Lisa (Copenhague, 1909), en la que con pelos y señales relataba el robo del cuadro de Leonardo. Pocos meses después, el lienzo fue efectivamente sustraído del museo que lo conservaba. Alguien llegó a pensar, incluso, que el desconocido autor del libro era el ladrón.
Al parecer, «M. Hoyer» era un pseudónimo. Y esa es otra. Eugenio d’Ors recordó, por boca de su heterónimo Octavio Romeu, varios binomios de vida y literatura: junto con Nietzsche / Zaratustra (las anotaciones líricas del juez de Crónica de una muerte anunciada tenían, por cierto, hondo sabor nietzschiano), Antonio Machado / Juan de Mairena, José Martínez Ruiz / Azorín, Ramón del Valle Inclán / Marqués de Bradomín… Son casos de heterónimos. Una corriente prima hermana de los apócrifos. Esta quizá se inició para la literatura española en un recóndito apartado de la Historia de España postalfonsí[1]. Otra vez la fusión de ficción e historia: los compiladores del Rey Sabio tomaron una apócrifa vida del Cid y la dieron por verdadera al inscribirla en su tratado historiográfico. Lo mismo se ejecutó con los cantares épicos, que a su vez presentaban a un otro Cid poético y apócrifo, muy distinto del mercenario que resultó ser en la historia ¿auténtica?
Pero a lo que iba: en el Marqués de Bradomín, protagonista de las Sonatas de Valle Inclán, late y se confunde su autor. De hecho, así lo llamó Rubén Darío al dirigirle su «Soneto autumnal al marqués de Bradomín» (Cantos de vida y esperanza, 1905). De modo que resultó —y hasta resaltó— de lo más lógico que Juan Carlos I, a fin de cuentas lejano sucesor de Alfonso X, para rendir homenaje a don Ramón o «dar realidad a la creación literaria de un personaje de ficción», según dictaba el correspondiente Real Decreto, creara en 1981 el marquesado de Bradomín y lo otorgara al hijo del escritor.
De nuevo imitada por la vida, la literatura.

[1] G. Garrote Bernal, «“... De mi natural tan aficionado al vivir encubierto». Apuntes sobre el mecanismo del heterónimo en la literatura española», en J. A. Hernández Guerrero, ed., Nociones de literatura, Cádiz, Universidad, 1995, pp. 203-211.


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