Hay gentes que
creen que el Director de la Academia Española es el Presidente de la Academia
de la Lengua. Y van y lo llaman así. Equivocándose, comportamiento muy habitual.
Es que no faltan los errados en esto de la Academia. Y en su Diccionario: muchos de sus adeptos opinan
que el DRAE tiene que atrapar
palabras bonitas no más, definidas para dibujar un mundo la mar de cómodo,
feliz y sin sobresaltos.
Así que uno,
que carga con el defecto de ser filólogo, se queda tranquilo leyendo a Darío
Villanueva, de quien aseguran que sus pares lo han elegido nuevo Director: la
Academia, ha declarado, «“no hará nunca un Diccionario
políticamente correcto” y no suprimirá por tanto algunas definiciones y
acepciones por el mero hecho de que puedan resultar ofensivas para determinados
colectivos»
(La Vanguardia, 23-1-2015).
No sé si
instada por el Parlamento y la Junta de Andalucía, que muy en su papel de meter
en cintura a las palabras, tan peligrosas cuando andan sospechosamente sueltas,
exigieron retirar («no corregir ni matizar») la acepción peyorativa de gitano (Europa
Press, 13-11-2014); pero el caso es que la Defensora del Pueblo,
Soledad Becerril, había trasladado una queja a la Docta Casa: que de cuándo acá
es posible que a estas alturas el DRAE
dé como cuarta acepción de gitano la coloquial «que estafa u obra con
engaño». Es de suponer que la intrépida Defensora haya pasado de puntillas
sobre la tercera acepción, usada «más como elogio», de dicha voz: «que tiene
gracia y arte para ganarse las voluntades de otros». Pero se comprende: sólo andando
de puntillas por los charcos todos puede la defensora Becerril llevar ocupando
cargos políticos tantos siglos. Casi los que la equivalencia gitano, ‘estafador’. Para mí tengo que en
su fuero interno irá lejos de extrañarse.
En efecto, Covarrubias
definió gitano como «cuasi egitano,
de Egipto: esta es una gente perdida y vagamunda, inquieta, engañadora,
embustidora» (1611); y el primer diccionario académico asentó que «esta clase
de gentes […] engañan a los incautos, diciéndoles la buenaventura por las rayas
de las manos […]» (1734), y citó como autoridad al Cervantes de La gitanilla (1613): «Los gitanos y
gitanas parece que solamente nacieron en el mundo para ser ladrones». La
equivalencia está en el idioma con carácter estructural, como la benemérita Becerril
en política y la benefactora Junta, sin resquicio alguno, en Andalucía. No
desaparece la mentada acepción de gitano
porque se arranque del último diccionario. Todo lo más, con esa acción inquisitorial
se harían incomprensibles muchos mensajes del pasado. Que conforman el registro
que nos explica.
Que el
director Villanueva asegure que la RAE no caerá en el
errar de lo políticamente correcto, viene a truncar la trayectoria reciente,
postmoderna y versallesca de la Santa Institución. Que así a lo tonto se había
ido plegando a un como si dijéramos derecho
a definir, que de esperar fuera que viniera respaldado por cierto documento
de la ONU, una multitudinaria manifa, algún lobby de mucho presionar o la oportuna
convocatoria de referéndum lexicográfico para hablantes nativos mayores de 16
años. Un poner: la Red Española de Desarrollo Rural redactó misiva enderezada
al anterior Director de la RAE con vistas a que la segunda acepción, «inculto,
tosco, apegado a cosas lugareñas», desapareciera del lema rural por no
adecuarse, según fuentes bien informadas, a la nueva realidad campestre (Fundéu,
29-4-2011). Sería bueno que cualquier lobby
contratara a un filólogo que explicara a sus señoritos —ya de asfalto, ya de
bucolismo— que el diccionario no es el BOE. Pero hete aquí que la RAE cedió, tras
la «campaña» de la REDR y la FEMP (Fundéu,
10-1-2012), que ya era gente con mucha mano y sigla, y presionando. Dicho y
hecho: borrada ha quedado la segunda acepción. Así que levántese la veda: «Personalidades
uruguayas piden a la RAE eliminar la expresión ‘trabajar como un negro’» en una
carta apoyada por manifa de miles de personas con firma virtual (El
Mundo, 23-1-2013). Es lógico.
Como lo será, en
esta dejación de funciones lexicográficas y de registro histórico del idioma, que
se incluya el derecho a definir en los Estatutos de la Academia y enseguida se
fije la elección de los académicos mediante referéndum en las redes sociales. En
línea pero que ya, cada quien con sus clics en los pulgares. También será lógico
que Susana Díaz y Soledad Becerril pongan el grito en el cielo cuando se
enteren de que rural se ha hecho
políticamente correcto y gitano se
queda intacto. Al menos durante los próximos nueve meses.
Después de ese
periodo, cuando Susana Díaz presida el Gobierno de España y Soledad Becerril
vuelva a ser ministra de Cultura, ya veremos.
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