Como Garcilaso
y Cetina,
también multinacional poeta soldado de Carlos V fue Bernardo
Tasso (1493-1569) en Túnez. Y como ellos, su cuarto a
espadas y plumas había echado sobre las ruinas de Cartago; que, aunque
sagradas, sólo quedaron en su canto como telón de fondo en que lamentar que
«Marte sanguinoso» lo hubiera alejado de la amada. De modo que su soneto venció
por el lado del yo el característico bitematismo a lo
Castiglione: apenas el primer cuarteto de Tasso se
dedica a invocar a los restos supuestos de la antigua Cartago y al africano desierto
abrasador que lo quisieran escuchar. Así que T
= RcT1 + Ya3. Como leímos ya hace
tiempo «Sacra ruina che ‘l gran cerchio giri…» (Rime
[ed. 1537], III, 9), lo recordaré ahora con pálida versión
sonetil mía:
Sacra
rüina, que al gran cerco llama
de
Cartago ida; desnudas arenas,
de
tanta gloriosa memoria llenas
que
por ella decae hasta la fama:
escuchad
los suspiros que derrama
mi
corazón perdido en dulces penas,
mientras,
sanguinario Marte, condenas
mi
deseo lejos de la luz que ama;
de
mí aprended, que ardiendo voy en amores
llorando
noche y día tan inquieto,
y
del martirio que alienta rigores.
Oh
tú, de mis ojos único objeto,
has
ido viendo abiertos mis dolores,
pues
en mi pecho moras en secreto.
Fernando de Herrera,
que se las sabía todas (las poesías y las historias), legó en sus Anotaciones
a las Obras de Garcilaso (Sevilla, 1580) la principal poética española del
XVI. Comentando el XXXIII del toledano, afirmó: «La imitación d’ este soneto
parece que es de aquel tan celebrado que compuso el Conde Baltasar Castellón i
traduzió en español Cetina con grande espíritu», que es casi como teorizar un
linaje Castiglione à
Garcilaso-Cetina. Sin embargo, los dos poetas españoles participaron igualmente
del modelo tassiano. En el espacio de estos cuatro sonetos jugó Herrera, que se
sabía la teoría, para separarse como poeta de los tres primeros y, arrimándose
a Tasso, buscar la originalidad, que según el teorema que esbozaré es asunto estadístico relacionado con una baja
frecuencia de uso. Lo hizo en su soneto LXVI de
Algunas obras de Fernando de Herrera
(Sevilla, 1582), que cito por la edición Cuevas de la Poesía castellana original completa de
Herrera (Madrid, Cátedra, 1985, p. 451), modernizando el texto (excepto en la
conjunción i herreriana) y
modificando algo la puntuación:
Esta rota i
cansada pesadumbre,
osada muestra de soberbios pechos;
estos quebrados arcos i deshechos,
i abierto cerco d’espantosa cumbre,
descubren a la
ruda muchedumbre
su error ciego i sus términos estrechos.
I solo yo en mis grandes males hechos
nunca sé abrir los ojos a la lumbre.
Pienso que mi esperanza
ha fabricado
edificio más firme; i aunque veo
que se derriba, sigo al fin mi engaño.
¿De qué sirve el
juicio a un obstinado
que la razón oprime en el deseo?:
de ver su error i padecer más daño.
Donde se aprecia que, en los cuartetos, Herrera procede menos
de Castiglione (soberbios, arcos) que de Tasso (abierto, cerco, ojos, lumbre), cuyo léxico va tímidamente imponiéndose.
Sin atenerse a tales hechos textuales, comentó Coster: «Parece que el poeta
habla de ruinas antiguas y describe una bóveda pesada y pronta á caer (cansada)». Los autodenominados positivistas interpretaban
de aquella manera: cómo pesadumbre pudiera
dar en ‘bóveda’ sigue siendo un misterio. Leyendo así de mal, no resultará tan
paradójico que un positivista precisara de la muleta del contexto que, cuando inverificable,
se imaginaba. Así que Coster añadió una suposición para este soneto del sevillano
Herrera: «Alude acaso a las ruinas de Itálica antigua colonia romana, cercana a
Sevilla, que inspiró a Rodrigo Caro su Canción
famosa». A la mala lectura y a la suposición, por si supieran a poco, adjuntó
la relación meramente erudita («véase») con el soneto IV de Sannazaro, «Famosi colli alteramente
nati…», cuyo monotematismo, según se vio en Literaventuras, IX, 30, anda alejado de estos
poemas. Es el caso que así (Algunas obras de Fernando de Herrera. Edición crítica por
el doctor Adolphe Coster, Paris, Honoré Champion, 1908, pp. 148-149) se obtiene una lectura de autoridad. Con
tales mimbres se manufacturaba una historia literaria lista para ser cortada,
pegada y copiada sin fin por las venideras promociones de opositores a cátedras.
Pero si de atenerse se tratara a la
historicidad formalizada del soneto de las ruinas, la estructura dispositiva de
versos 11
+ 3, común a Castiglione (C = RT3 +
Y1), Garcilaso y Cetina (G = RcT3 + Ya1), fue
invertida por Tasso (T = RcT1 + Ya3). Ahora, Herrera la modifica sustancialmente,
hasta convertirla en 6 + 8. La primera parte del soneto abarca, en efecto,
hasta la mitad del segundo cuarteto (1,5 estrofas), y se dedica a unas ruinas que
no son las de Roma o Cartago, sino que, por carecer de nombre, resultan
universales, hijas de la mezcla de la terminología de Castiglione para Roma, «estos quebrados arcos i deshechos», con la de
Tasso para Cartago, «i abierto cerco
d’espantosa cumbre». A partir de ahí, el yo domina en las restantes 2,5
estrofas: primero cierra el segundo cuarteto del modo en que Castiglione,
Garcilaso, Cetina y Tasso clausuraban todo el soneto; luego, en los tercetos, Herrera
sustituye la lumbre amorosa por la
moral: el obstinado se empecina en
equivocarse, por mucho que vea que se
derriba el edificio de su proyecto
vital (y no sólo amoroso).
Así que Herrera innova hacia la universalización del bitematismo de
estos sonetos, lo que conlleva una estructura que, derivada de las anteriores,
las modifica sustancialmente. Las ruinas sin nombre (Rx), unidas al tiempo que
es motor implícito y destructor en todos estos poemas (T), dan paso a una
reflexión moral (m) por parte del yo (Y) que sufre la misma destrucción que los
soberbios edificios, con los que se metaforiza. La fórmula herreriana (H), por
tanto, es H = RxT1,5 + Ym2,5.
A la vista de tales hechos, debemos
reajustar la diagonal del linaje histórico del soneto de las ruinas:
Antes
de
1529
|
Castiglione
C = RT3 + Y1
|
||||||||
Antes
de 1537
|
Tasso
T = RcT1 + Ya3
|
||||||||
Antes
de 1536
|
Garcilaso
G = RcT3 + Ya1
|
||||||||
Hacia
1541
|
Cetina
G = RcT3 + Ya1
|
||||||||
1582
|
Herrera
H = RxT1,5 + Ym2,5
|
||||||||
Es que la razón invocada por Herrera debe
conducirnos, por sobre el deseo, a evitar
la historiografía fake.
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